Sin entrar a mucho detalle fue un paseo divertido, nos dirijimos a la Glorieta que se encuentera en Juan Pablo II y Artesanos, de ida una ponchadura que valio como 10 porque la llanta no quedaba, y de regreso a pocas cuadras de la glorieta nos cayo un tormenton de aquellos, terminamos empapados, pero con una sonrisa de oreja a oreja, cual niños jugando con lodo.
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